jueves, 23 de diciembre de 2010

9. BYE BYE SULAWESI

No podía acabar mejor mi periplo indonesio.
Los ritos funerarios ancestrales de Tana Toraja bien merecen la pena conocerlos. También su diversidad cultural, desde los centros islámicos del sur hasta el islote cristiano del norte pasando por pueblos nómadas marinos y navegantes con milenaria historia. Las mejores playas que he visto en el país están aquí, en las islas Togean y también las mejores inmersiones que he podido disfrutar. Cumplí mi sueño de bucear con tortugas gigantes y sentí que era el único ser humano viviente cuando pedaleaba por las frondosas montañas del centro de la isla.
Pero si lo compartes con amigos, ya es el no va más. Sulawesi me trajo a los Hijos del Sol y a Evelin, además de otros viajeros con los que pude compartir historias y experiencias similares. Ellos me han aportado un plus imposible de mejorar.
La oficina de inmigración de Makassar  me dio la señal de que era el momento de cambiar de aires, convirtiendo esta isla en la última que visitaría en esta parte del viaje.  
Esta isla siempre tendrá un lugar preferente en mi estantería de los recuerdos.

Hasta siempre.

8. Jack el destripador

Cuando se tiene que coger un avión empieza un coñazo para el ciclista.
Hay que empaquetar la bici en una caja y para ello, dependiendo del tamaño de la misma, habrá que destripar la bici más o menos.
Consigo una caja mediana en la tienda de Steve (Recovery bike) y procedo a la disección.

Si se quiere volar a Australia o Nueva Zelanda recomiendo la compañía aérea Virgen Blue, una compañía amiga de los ciclistas. Virgen Blue te exige, como todas, meter la bici en una caja pero solo te computará como 5 kg de equipaje. Así que aprovecho para meterle hasta 30 kg y me ahorro 25 kg de exceso de equipaje…
Además, te permiten 7 kg de equipaje de mano y el ordenador y cámara de fotos no cuentan como peso, es decir, es difícil pagar exceso de equipaje.

Si luego te vistes con un maillot ciclista donde guardas en los bolsillos traseros más cosas que pesen, entonces ya no hay por qué preocuparse…
Si viajas tanto a Australia como a Nueva Zelanda debes tener en cuenta algo muy importante: para evitar traer plagas del exterior las normas de inmigración en lo referente a la limpieza de tu equipaje son muy severas y estrictas. Así que limpia la bici a conciencia y asegúrate que tus alforjas, tienda de campaña, etc no están sucias ni tienen barro. Es mejor prevenir que curar.

Cuando desmonto la bici poco a poco, mi cerebro empieza a dejarse llevar por los recuerdos de los 5 meses que he pasado en este país que hace que,  inevitablemente,  me dé la sensación que no soy yo quien mete las cosas en la caja.

Un bonito capítulo del viaje queda empaquetado en esa caja de cartón. Y ahora habrá que escribir otro más. Y por esta razón vuelvo a sentir la excitación de un nuevo paso fronterizo, aunque esta vez sea  en el aeropuerto.

7. El último sueño cumplido

Siempre había querido bucear junto a una tortuga gigante. Y en Bunaken me llegó la hora. Ahí estaba, durmiendo junto al fabuloso coral que tan famoso ha hecho a este pueblo. La tortuga impresiona, es gigante. Me quedo absorto mirándola, es espectacular, hermosa. Y cuando giro la cabeza… veo más, nadando. Voy a su encuentro y por unos momentos nadamos juntos. Hasta que ponen la cuarta y se alejan. Yo las sigo con la mirada y giro la cabeza para volver a la perezosa. Pero será por pocos segundos: Paul está haciendo la señal del tiburón. Hay que centrarse en otro objetivo y la dejo que siga durmiendo.

Gracias tortuga, mil veces gracias por estar ahí, mi primera tortuga gigante.

Foto sacada por Ginette

6. Manado: última estación

Debo elegir entre pedalear desde Gorontalo hasta Manado o coger un bus con Eve. La decisión fue fácil... Manado es un islote cristiano. Un interesante sitio donde es fácil ver lo que en el resto del país sería realmente difícil...

donde las bananas se venden junto a los televisores
pero donde se encuentran cafés y espacios al ocio que me remontan a los tiempos de Oriente Medio, y es extraño que sea aquí, precisamente en la menos musulmana de las ciudades indonesias...
Manado hace de trampolín parair a Bunaken, una isla a la que se va para descansar,
y sobretodo bucear por sus mundialmente famosos corales...

5. Paz y tranquilidad? Islas Toegan

El tiempo no pasa en las islas Togean, lleva detenido muchos años.


Solo el ruido del motor de la barca rompe el silencio del lugar, una serie de islas de frondosa vegetación y apenas presencia humana que viven del turismo y de la pesca

En las islas no hay coches. La más desarrollada se llama Kadidiri y cuenta con apenas tres sitios donde alojarte donde la única preocupación que uno puede tener es escuchar la llamada de la señora avisando que la comida está lista en la mesa...

Y después podrás observar a los locales ir y venir.... ... o a los "snorkelers" salir de las cristalinas aguas cuando ya no hay la suficiente luz para observar la vida subacuática. Otra noche se acerca y con ella el fin de otra agotadora jornada...

4. Mis últimos kilómetros

Como soy un sentimental y me encariño fácilmente cuando estoy agusto, estos últimos kilómetros por Indonesia trato de saborearlos al máximo

En general no hay diferencias con el resto de las carreteras que he ciclado. Pero Sulawesi tiene un poco de cada isla. Por ejemplo, sus casas me recuerdan a Sumbawa...

... sus bosques-selva con humildes casas...
... y escenas fascinantes que serían impensables en el "primer" mundo, a Sumatra...
... hay incluso zonas y pueblos en la selva con iglesias de estilo colonial que podrían pasar por Centro América...Lo que no cambia son las tormentas y el calor. Esto hace que cuando estas acaban el asfalto se seca rápidamente por evaporación
La costa del Golfo de Tomini, yendo hacia Ampana, es una mirada atrás a Lombok...
...aunque los pescadores de Sulawesi no tengan rival...
... y sus arrozales no sean tan pintorescos como los de Bali...
Las lluvias siguen provocando desprendimientos, como en Sumatra...
... y las mariposas ciclan conmigo, como en los tiempos de Uzbekistán.
Serán mis últimos arroz con pollo en esos restaurantes de carretera en los que tantas horas he pasado y con la que tanta gente he tenido la suerte de hablar

3. Bira. La playa inolvidable

Quizá porque está a desmano de la ruta turística, no se acercan muchos guiris a esta playa. Una playa a la que acuden cantidad de adolescentes, quién sabe si en su primera escapada fuera del alcance de sus padres... El agua es cristalina y su temperatura perfecta

Ya sea a adolescentes de vacaciones o escolares locales la playa sienta bien a todos. Transmite buenas vibraciones. Todo el mundo saluda...

... y es sabido que el saludo es contagioso...

Siempre me han fascinado las miradas misteriosas

En los alrededores de Bira se construyen artesanalmente los barcos que desde hace siglos han servido a los marinos locales para surcar los mares del sudeste asiático y Australia. Las playas son ocupadas por enormes mastodontes de madera y tranquilos trabajadores que con calma y paciencia van dándole forma
Un trabajo que es realizado con paciencia y mimo usando exclusivamente madera para ello

Los que no se dedican a la construcción de barcos se dedican a disfrutar de la playa...

... a pescar...... o a ambos a la vez. Después de varios meses vuelvo a coincidir con Eve para pasar, en esta playa inolvidable, uno de los mejores momentos del viaje.

2. Se acabó lo que se daba

La oficina de inmigración de Makassar me da una señal. Me toca tanto los cojones con la 3ª extensión del visado que decido que ha llegado la hora de cambiar de país y de latitud. No me lo pienso dos veces y adelanto mi billete de avión 1 mes. Antes me ahorco que una extensión más.
La estúpida burocracia indonesia consigue quitarme la motivación por seguir viajando en este país. En lugar de facilitarte las cosas el gobierno indonesio pone mil zancadillas a los viajeros que no quieren pasar por el aro. Y el aro se llama el nauseabundo negocio que gira en torno a las extensiones.
Aquel que quiera saber cómo solo un borracho pudo definir el proceso de extensión de un visado no tiene más que ir a la sección de “Visados” de la página principal de Indonesia.

La cuenta atrás ha  empezado.    

1. Muertos por muertos en Toraja

No es del todo fácil la vida de un búfalo en Tana Toraja. Nacen en un entorno amigo, nunca les falta agua ni comida y al atardecer disfrutan del baño de barro que tanto les gusta. El día siguiente será un calco del anterior. Hasta que haya que honrar a un muerto humano. Entonces empieza su calvario.

Amanece cubierto en Rantepao, como siempre, pero poco a poco el cielo va despejándose. La plaza lleva tiempo llena de búfalos sujetos por hombres con cara de aburrimiento. La gente va cogiendo posiciones y los sitios con sombra son los más reclamados.

La mujer a quien hoy se va a honrar lleva muerta cuatro años, los mismos que ha necesitado la familia para reunir los búfalos que la difunta merecía. Este tiempo la familia ha conservado el cuerpo en la última habitación de un total de tres que conforman las casas tradicionales de Toraja
El tercer día de un total de nueve que dura un funeral, se celebra la matanza de búfalos. Creen que las almas de los animales deben seguir a sus dueños. El número de animales que serán sacrificados dará una pista del poder y la clase social de la familia. Cuanta más sangre haya más exitosa será la ceremonia. Los búfalos no parecen ser conscientes de lo que se les avecina. El ritual es dirigido por una persona designada por la familia. Se ayuda de un micrófono para comunicarse con sus colaboradores. Deciden qué búfalos serán sacrificados y a cuáles se les perdonará la vida... ... siempre ante la atenta mirada de la hija de la difunta. Ella tiene la última voz. Y será ella quien dé inicio a la masacre...

... cuando hombres armados con afilados cuchillos corten el cuello de aquellos búfalos que fueron condenados a morir para honrar la muerte de su madre.

Simultáneamente, uno tras otro irán cayendo al suelo desangrados, luchando contra lo inevitable ... ... hasta que la plaza quede teñida de rojo y catorce cadáveres inocentes yazcan bajo el sol de una calurosa mañana de octubre.

El espectáculo es dantesco.

Y los hombres no pierden el tiempo. Inmediatamente empieza el despiece de cada bestia. Parte de la carne obtenida servirá de alimento a los familiares y otra será vendida a mercados y restaurantes.

Bien es sabido que a mí no me gusta la carne. Pero fue tanto lo que insistieron los Hijos del Sol que tuve que comer carne de búfalo. Yo les decía: "es que no tenéis corazón? es que sois de piedra?" Y Farrukito me decía: "ay chiiiico saca la afoto rápido que tengo hambre", y la mesa temblaba mientras la golpeaba con sus cubiertos...

Una vez por semana, en Rantepao se celebra un mercado de animales. No son muy cuidadosos con ellos, digamos...... pero logísticamente hablando son rápidos en su servicio...

Este será el principio del fin para muchos búfalos. También para los extravagantes que usen chillones paraguas a modo de sombrilla...
porque aguantarán las risas burlonas de sus vecinos al menos hasta el siguiente mercado...
... al que acudirán religiosamente los tratantes, aquellos que tienen cosas más importantes que hacer.Las casas tradicionales de Tana Toraja no son ajenas a los ritos funerarios.Mostrarán orgullosos los restos de funerales pasados, haciendo pública su clase social. Mezclando costumbres animistas y cristianas, en Toraja se encargan en vida de no olvidar nunca a sus muertos. Tienen varias formas de enterrarlos. En casas-tumba para los que andan bien de dinero...

... tumbas colgantes para los que andan justos...
... o tumbas en cuevas para los que no tienen nada
Otra modalidad para aquellos con dinero es enterrarse en piedras, discretamente...
... o en masa, incluyendo figuras de madera de los fallecidos. Quieren asegurarse que nunca serán olvidados...... y quizás lo más curioso sean los baby-árboles. Para evitarse los costes de un funeral, los bebés que no superen los 3 meses de vida son enterrados dentro de un árbol. Para respetar el alma de los bebés ese árbol jamás será talado
Pero visto lo visto yo prefiero que me incineren. Eso sí, alguien deberá viajar mucho porque quiero que mis cenizas se desparramen por varios sitios del planeta. Ya diré dónde. Acepto voluntarios. Pero eso será, espero, dentro de muchos años...